En la naturaleza, los gatos se abastecen por lo general de las cantidades de comida que necesitan. Además, gastan mucha energía en la búsqueda de las presas y en las cacerías infructuosas. Como animales domésticos, los gatos no tienen esta preocupación, porque ahora somos nosotros los que nos ocupamos de su alimentación.
Por lo tanto, las reglas son distintas. ¡Revísalas a continuación!
1) La alimentación debe ser variada, equilibrada y debe adaptarse a las necesidades especiales del gato. La comida preparada suele ser la más adecuada.
2) Cambia continuamente de tipo y marca para que no se acostumbre a una variedad determinada.
3) Proporciónale siempre alimento fresco y suficiente agua.
4) Cada gato debe tener su propio comedero.
5) El comedero deberá permanecer apartado del bebedero.
6) Mantén la limpieza y la higiene.
7) No dejes puesta la comida demasiado tiempo (como máximo, la comida de lata algunas horas, dependiendo del calor, y el pellet seco, un día).
8) No alimentes al gato con comida fría recién sacada del refrigerador.
9) Prescinde de las comidas condimentadas y de los dulces.
10) Evita darles carne cruda, especialmente de cerdo, ya que existe riesgo de infección por el virus de Aujeszky, toxoplasmosis o infestación por tenias.
Consejo
Los gatos tienen un magnífico sentido del olfato. Aunque no llega a alcanzar al de los perros, es bastante superior al de los humanos. Si su sentido del olfato no funciona correctamente, por ejemplo debido a un resfriado, el alimento pierde literalmente el sabor para el gato. Los felinos detestan las sustancias aromáticas con contenido en nitrógeno (comida rancia). Por otro lado, no perciben el sabor dulce, por lo que darles cosas azucaradas es “buscarle la quinta pata al gato”.
Fuente: “Gatos Sanos y en forma. Cuidarlos, alimentarlos y comprenderlos de forma correcta”. Ediciones Saldaña.